2. Criterios clave para seleccionar la metodología

Cada metodología responde a contextos distintos. Antes de decidir si conviene un enfoque predictivo, un marco iterativo como Scrum, o un tablero de flujo continuo tipo Kanban, conviene evaluar sistemáticamente las dimensiones que siguen.

Utiliza este tema como cuestionario. Cada sección incluye preguntas detonantes, ejemplos reales y recomendaciones prácticas para ajustar la metodología según el proyecto.

2.1. Tamaño del equipo

El número de personas condiciona el diseño del proceso. En un equipo pequeño, la comunicación ocurre de forma espontánea y las decisiones pueden tomarse en una sola llamada. En equipos medianos surgen subgrupos, dependencias cruzadas y la necesidad de coordinar agendas. Los equipos grandes requieren capas de gobernanza, representantes por área y herramientas colaborativas para no perder trazabilidad.

Preguntas detonantes:

  • ¿Cuántas personas estarán dedicadas simultáneamente durante los próximos tres meses?
  • ¿Existen especialistas críticos cuyo tiempo hay que proteger?
  • ¿El equipo está centralizado o distribuido entre distintas zonas horarias?

Si la respuesta revela un equipo extenso, combina ceremonias globales (planificaciones y retrospectivas generales) con sesiones técnicas por subequipo, y refuerza el uso de tableros digitales para evitar silos.

2.2. Nivel de incertidumbre del proyecto

La incertidumbre puede originarse en el negocio (no se sabe si el producto tendrá adopción) o en la tecnología (se probará una arquitectura novedosa). Cuanto más incierto el camino, más valor aportan los ciclos cortos, las entrevistas frecuentes con usuarios y los experimentos controlados. Cuando la incertidumbre es baja, la organización puede invertir más tiempo en documentar y cerrar contratos.

Recomendaciones:

  1. Lista los supuestos críticos que deben validarse para considerar exitoso el proyecto.
  2. Asocia cada supuesto con una técnica de validación (prototipo, prueba A/B, piloto con clientes).
  3. Evalúa cada dos o tres iteraciones si los supuestos cambiaron; si la incertidumbre se reduce, es posible endurecer el proceso.

2.3. Estabilidad o cambio de requisitos

Requisitos estables son la base del modelo en cascada: se documentan, se aprueban y se implementan sin sorpresas. Requisitos variables reclaman backlog dinámico y ceremonias frecuentes para repriorizar. Ignorar esta realidad genera retrasos y frustración, ya que el plan original no refleja lo que el negocio necesita semanas después.

Buenas prácticas:

  • Clasifica los requisitos en «fijos» y «flexibles»; los primeros requieren aprobaciones rigurosas, los segundos se gestionan con entregas incrementales.
  • Define un proceso de cambio que incluya impacto en alcance, costo y plazo. Aun en contextos ágiles, conviene registrar cada decisión para no perder trazabilidad.

2.4. Tiempo disponible para entregas

El calendario define el ritmo del equipo. Si el patrocinador exige resultados en pocas semanas, cada iteración deberá cerrar con un incremento demostrable. Si el proyecto tiene meses por delante pero depende de hitos externos (licitaciones, auditorías), conviene mezclar planificación detallada con revisiones parciales.

Checklist:

  • ¿Cuándo espera el cliente ver el primer resultado tangible?
  • ¿Existen fechas inamovibles (lanzamientos, ferias, fiscalizaciones)?
  • ¿Qué margen de maniobra hay para absorber retrasos?

Responde estas preguntas y elige la metodología que mejor se ajuste: entregas quincenales para plazos cortos o fases con hitos mensuales para proyectos extensos.

2.5. Nivel de madurez del equipo

La madurez combina habilidades técnicas, experiencia colaborando y capacidad de mejora continua. Equipos maduros se autoorganizan, identifican impedimentos y usan retrospectivas para ajustar el proceso. Equipos inmaduros necesitan roles claramente definidos, guías paso a paso y mentoría cercana.

Indicadores de madurez:

  1. Capacidad para estimar esfuerzos con un margen de error aceptable.
  2. Cultura de pruebas automatizadas y revisiones de código.
  3. Comunidades internas de aprendizaje donde se comparten buenas prácticas.

Si la madurez es baja, prioriza metodologías que incluyan coaching, artefactos educativos y herramientas de seguimiento detallado.

2.6. Dependencias externas

Integraciones con otros sistemas, aprobaciones legales, servicios de terceros o equipos de infraestructura pueden frenar el avance si no se coordinan desde el inicio. Cada dependencia debe identificarse, asignarse a un responsable y tener un plan alternativo en caso de retraso.

Mapa de dependencias sugerido:

  • Proveedor: organización o equipo del que dependes.
  • Entregable esperado: API, certificado, contrato, hardware.
  • Fecha objetivo: cuándo se necesita y cuál es el plazo límite.
  • Plan B: alternativas si el proveedor no cumple.

Esta información ayuda a decidir si se requiere un enfoque formal con reuniones de seguimiento o si basta con acuerdos informales.

2.7. Grado de riesgo aceptable

Todo proyecto tiene riesgos, pero no todos se toleran por igual. Un banco puede aceptar retrasos leves, pero no fallas de seguridad; una startup puede tolerar experimentos fallidos, pero no perder el lanzamiento. La metodología debe reflejar este apetito de riesgo.

Paso a paso:

  1. Identifica riesgos técnicos, de negocio y operativos.
  2. Califica impacto (alto, medio, bajo) y probabilidad.
  3. Relaciona cada riesgo con un criterio metodológico: por ejemplo, riesgos técnicos altos justifican iteraciones cortas con prototipos, mientras riesgos legales altos demandan documentación estricta.

Revisa este mapa en cada hito para ajustar la metodología sin esperar a una crisis.

2.8. Necesidad de documentación formal

Sector público, salud, aviación o contratos B2B suelen requerir evidencia documental: especificaciones, actas de aprobación, matrices de trazabilidad. Si esto es imprescindible, la metodología tiene que reservar tiempo para producir, revisar y almacenar estos artefactos.

Consejos prácticos:

  • Define un repositorio central para los documentos oficiales.
  • Automatiza plantillas con macros o formularios para disminuir errores manuales.
  • Asigna responsables claros para cada documento y establece fechas límite.

2.9. Frecuencia de interacción con el cliente

La relación con el cliente determina la cadencia de revisiones. Si la comunicación es semanal, las metodologías iterativas sacan ventaja. Si el cliente solo dispone de tiempo mensual o trimestral, planifica demostraciones estructuradas que permitan reunir feedback suficiente en cada encuentro.

Plan recomendado:

  • Documenta los canales preferidos (videollamada, email, sitio de seguimiento).
  • Envía agendas previas para cada reunión y aclara qué decisiones se tomarán.
  • Registra los acuerdos y distribuye resúmenes para alinear expectativas.

Con esta información, ajustar la metodología se vuelve un ejercicio consciente y no una improvisación de último momento.